Polo a tierra. Conecto mi cuerpo con la energía infinita y creadora de la tierra, la que tiene el poder de transformar mis residuos emocionales en una recarga sustancial. La tierra, o mejor dicho la tierrita, mi hogar, refugiado en el alto de las montañas de mi país natal, es para mí una burbuja que se aparta del caos de la sociedad en cada una de sus dimensiones. Me envuelve con su manto de amor y pureza, me desprende de las banalidades rutinarias para recordarme la verdadera esencia de la vida, el ahora. Al ser el presente un estado del tiempo difícil de comprender en su totalidad, puesto que se desborona entre las manos y no da espera, aparece la naturaleza, armonizada en sus propias leyes, para explicar su verdadero significado. Los pies descalzos que caminan libres sobre el prado, la caricia sobre el pelaje de un animal, el abrazo a un árbol longevo, el destello del fuego que nace en una hoguera, estos son tan solo algunos de los actos impredecibles que me permiten sentir la plenitud del ahora.