En la celebración de un matrimonio clásico religioso en nuestro país generalmente hay un Pastor, un Sacerdote o una persona que tiene una autoridad para declarar la unión de dos personas. Los adornos de la iglesia, el carro donde llega la novia también buscan invocar una supremacía y una elegancia. Pero hoy en día, los vestidos de novia por más que deseen mostrar un punto diferencial, una característica que no lo haga ver igual a los demás; no ha logrado impactar porque precisamente lo más novedoso que se puede notar es la pedrería, los encajes, los velos y el uso de las joyas. Pero sus formas, como el estilo sirena largo o corto, el estilo princesa y los estraples, se han usado tan excesivamente que han perdido la fuerza y la notoriedad para que los haga ver más poderosos de lo que deberían ser. La novia busca no solo verse hermosa y alagada por los que la rodean en su día sino también sentirse majestuosa, que su presencia sea de esplendor, que desde su interior este convencida que es única y cuando lo haga lo refleje mostrándose así íntegra, pura, más espiritual, alguien que decidió entregase or completo a un hombre y que al decidir casarse siente que a pesar de cualquier cosa merece mostrar su pureza y valor. Resaltar la personalidad de los diseñadores es por lo general la idea de cada pieza o cada prenda que ellos crean ¿pero de donde surge esto? ¿no fue así como Dios nos creo? Él un ser supremo decidió hacer al hombre a su imagen y semejanza. Nosotros somos un espejo suyo en la tierra, tenemos cualidades increíbles que él nos dio porque así es él, y porque no resaltar esa superioridad en la mujer, una mujer tan poderosa como lo es frente a un altar.