EL RETRATO DEL OLVIDO

    Es un término genérico que se utiliza para describir cualquier alteración o déficit de la memoria, ya sea temporal o permanente. Además de la amnesia disociativa, existen otros tipos de amnesia que se clasifican según su origen, su alcance o su dirección. Según su origen, se distinguen dos tipos principales de amnesia: la orgánica y la funcional. La amnesia orgánica se debe a una lesión o enfermedad que afecta al cerebro, como un golpe en la cabeza, un tumor, un derrame cerebral, una infección o una demencia. La amnesia funcional se debe a factores psicológicos, como el estrés, la ansiedad, el trauma o la represión. La amnesia disociativa pertenece a este tipo. Según su alcance, se diferencian dos tipos principales de amnesia: la global y la parcial. La amnesia global implica la pérdida total de la memoria, tanto a corto como a largo plazo. Es muy rara y suele ser transitoria. La amnesia parcial implica la pérdida parcial de la memoria, afectando solo a ciertos aspectos o períodos de tiempo. Es más común y puede ser permanente. La amnesia disociativa puede ser global o parcial. Según su dirección, se distinguen dos tipos principales de amnesia: la retrógrada y la anterógrada. La amnesia retrógrada implica la pérdida de los recuerdos previos al evento que causa la amnesia. La persona no puede recordar lo que ocurrió antes del golpe, del trauma o de la enfermedad. La amnesia anterógrada implica la pérdida de la capacidad para formar nuevos recuerdos después del evento que causa la amnesia. La persona no puede recordar lo que ocurre después del golpe, del trauma o de la enfermedad. La amnesia disociativa suele ser retrógrada. Los distintos tipos de amnesia tienen diferentes implicaciones para la memoria y la identidad. La memoria es una función cognitiva esencial para el aprendizaje, el conocimiento y el desarrollo personal. La identidad es un constructo psicológico que define quiénes somos, qué nos caracteriza y cómo nos relacionamos con los demás. Ambos procesos están íntimamente ligados, ya que nuestra identidad se basa en gran medida en nuestros recuerdos. Por lo tanto, cuando perdemos la memoria, también perdemos parte de nuestra identidad.