En El Mono Gramático de Octavio Paz describe el camino que siguió con su esposa hacia unas ruinas cerca de Jaipur, en Rajastán. El templo de Hanuman (el dios-mono) lo detona y lo hace escribir sobre con una profundidad abrumadora sobre los temas más diversos, una y otra vez vuelve al camino de Galta y una y otra vez vuelve a sí mismo. En la serie Mi reflejo en sus ojos está capturada la expresión de nueve niños, pero lo asombroso de estos retratos es cómo se puede ver el reflejo de Raquel en los ojos de los niños, del modo que tal vez Octavio Paz se observó entre los textos en sánscrito. Estas imágenes remiten en su “inspiración divina” al dibujante mexicano José Carlos Salinas Chávez cuando en 1951 redescubrió la figura de un humano reflejado en el ojo derecho de la Virgen de Guadalupe y luego también en el izquierdo. La imagen de un ojo simboliza recepción de información. Entonces la imagen de uno en un ojo es también el encuentro con uno mismo: Yo soy otro, yo soy el otro, yo soy los otros. El que sea en rostros de niños remite inmediatamente a un estado de pureza, de inocencia, y que sean retratados en Jaipur, la ciudad de color rosa, amplía esa sensación.